- “Industria y transformación digital” será uno de los temas que se tratarán en la próxima Conferencia Anual de ISA España del 7 de Junio
El ser humano, por naturaleza, suele ser reacio al cambio y busca su espacio de confort. Desde la cosa más insignificante en esta vida como la compañía de telefonía móvil hasta un cambio más serio como sería el cambio de trabajo o cambio de residencia; las personas somos muy conservadoras y para justificarnos a nosotros mismos, siempre está esa típica frase que dice “si me va bien, ¿para qué cambiar?”. No nos damos cuenta que esa actitud nos está privando de descubrir nuevos retos y experiencias que nos podría llenar de satisfacción a la par de mejorar nuestra calidad de vida o la de nuestro negocio.
La industria actual, tiene que ser competitiva y para ello se precisa acometer proyectos de digitalización, optimización y otras tecnologías o modelos de negocio que irrumpen bajo la denominación de Industria 4.0
Hay que ser valientes a la hora de afrontar estos tipos de proyectos con la confianza que puede ser un éxito si se acomete con las debidas precauciones. La realidad es que intentamos buscar los mejores suministradores con las mejores referencias, las mejores herramientas, el mejor equipo de proyecto, pero con quien no se cuenta es con los operarios que tendrán que “sufrir” el proceso de transformación en el día a día de su trabajo.
He conocido malas experiencias de proyectos de optimización que han sido ejecutados por empresas extranjeras de gran solvencia, y tras el commisioning, cuando dejaron la aplicación en manos de los usuarios finales, los operarios rechazaron usarla porque desconfiaban de su funcionamiento y alegaban problemas de seguridad, y el ingeniero que tiene la responsabilidad de mantener la nueva aplicación, por una deficiente formación y su falta de conocimiento, no logra conseguir un factor de servicio mínimo, condenando el proyecto al fracaso.
Para este tipo de proyectos, se debe de contar como mínimo con un técnico dentro del equipo que participe en el mismo desde sus inicios. Deberá estar involucrado como cualquier otro ingeniero de la empresa que proporciona los servicios y soluciones en el proyecto, para que se encargue de formar a los operadores, motivar y fomentar el uso de estas nuevas tecnologías. Durante la puesta en marcha, deberá ser el encargado de coordinar con los operarios las tareas propias de commissioning y los ajustes de última hora.
Esta persona, además de sus conocimientos técnicos, debería de disponer de aptitudes en inteligencia emocional que transita entusiasmo y facilite la aceptación de estas nuevas tecnologías por parte de los operarios. Para mejorar la calidad del proyecto, se debe de hacer partícipe a los usuarios finales, e incluso establecer una recompensa tipo concurso de ideas que premien aquellas sugerencias que puedan implementarse y represente una clara mejora en el proyecto, todo esto sin que afecte a las especificaciones básicas del mismo.
Escuchar sus comentarios de forma constructiva y lograr su confianza es la mejor manera de conseguir que sean aliados una vez concluya el proyecto. Para ello, la formación es fundamental; ese técnico se encargará de impartirla tanto en su parte teórica antes de la finalización del proyecto como en sus aspectos prácticos haciendo uso de simuladores o si no se disponen de estos, formándolo en su puesto de trabajo; el objetivo es demostrar que con este tipo de herramientas se consigue mejorar la calidad de su trabajo, dejando que estos sistemas realicen de forma automática una serie de tareas que antes le correspondía hacer al operario, dotando de un mayor nivel técnico en el desempeño de sus tareas. El empatizar con los operarios y lograr su convencimiento en el aspecto técnico, permite involucrarlos con una actitud muy positiva, que no solo consigue una mejor aceptación del proyecto, sino que fomentará las posibles mejoras del mismo, garantizando su ciclo de vida y obteniendo unos resultados mejores de los esperados.
Francisco Arista
Comisión de ISA España